La consultoría siempre ha sido un negocio impulsado por la propiedad intelectual y el conocimiento, movilizado por marcos y estructuras y dirigido por la ciencia de los datos. Sin embargo, el COVID-19 ha ayudado a establecer el hecho de que la consultoría es ante todo un negocio de personas. Sus nuevos hábitos, las relaciones interpersonales, la apertura de la comunicación y la comodidad con las nuevas prácticas que ha traído la pandemia podrían hacer o deshacer el próximo negocio de consultoría de éxito.
En este artículo doy un vistazo a la próxima normalidad probable para la consultoría a través de la lente de mi experiencia, para predecir y prepararse para los cambios permanentes que se avecinan.
El cambio acelerado hacia los equipos remotos
La consultoría se basaba en equipos distribuidos a nivel mundial mucho antes de la pandemia y los marcos para el trabajo a distancia ya eran sólidos. El fácil acceso a la videoconferencia, la accesibilidad de los datos, la presentación estructurada de informes y una reserva mundial de talentos puede haber hecho que el cambio parezca inevitable, pero el COVID-19 lo hizo urgente.
Tras un breve período de ajuste, la mayoría de las consultorías se recuperaron con un alto grado de productividad. Los instrumentos recientemente solicitados, como las sesiones de intercambio de ideas a distancia basadas en pizarras, han sido la norma en las consultorías durante un tiempo. Herramientas como Miro, Stormboard y Epoch han formado parte del flujo de trabajo y los equipos siguen informando de un buen grado de productividad a pesar de la falta de presencia física en las sesiones de brainstorming.
Según un informe, el paso a trabajar desde casa ha tenido sólo un pequeño impacto negativo en la productividad – una reducción media del 1 %. Más del 40 % de los trabajadores preferirían trabajar a distancia a tiempo completo en el futuro.
Era evidente, incluso antes de la pandemia, que el trabajo a distancia era una alternativa más barata; sin embargo, el escenario actual ha disipado las dudas que persisten sobre la productividad.
Reducción de gastos y grandes oportunidades
En lo inmediato y a largo plazo, las reuniones en persona podrían considerarse experiencias estresantes, innecesarias e incluso peligrosas que requieren un alto nivel de gastos y participación. En cada reunión habrá que seguir un distanciamiento social engorroso y medidas de saneamiento que impliquen un alto grado de coordinación. Además, las restricciones de viaje y de cuarentena podrían hacer que las reuniones en persona se convirtieran en una reliquia del pasado. Así como las empresas decidieron reducir la impresión, también trabajarán conscientemente para viajar menos. Para las empresas consultoras ya acostumbradas a equipos distribuidos, esto es una bendición disfrazada.
Los clientes también están empezando a reconocer los beneficios de este nuevo mundo. La capacidad de entregar un compromiso a gran escala 100% a distancia se ha convertido en una credencial importante para las consultorías de hoy. De hecho, los clientes están rechazando el personal in situ y construyendo la cláusula de trabajo a distancia justo en sus “solicitudes de propuestas”.
A medida que se viaja menos, los presupuestos para viajes, alojamiento y desplazamientos se reducirán y podrían destinarse a la mejora de las habilidades y la reconversión del talento o al desarrollo de la infraestructura digital.
Además, el tiempo ahorrado al evitar los viajes podría dar lugar a iniciativas que lleven a un mayor compromiso. Ya no será sólo la presencia “física” la que defina la productividad, sino la accesibilidad, flexibilidad y disponibilidad de las personas involucradas.